Estas son algunas de las conclusiones del informe elaborado por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil sobre las irregularidades del programa de recuperación del águila imperial, financiado por la Junta y mantenido, en gran medida, con subvenciones europeas. La investigación surgió de la Operación Horus, desarrollada por la Guardia Civil a principios de 2011 y que se saldó 16 detenidos en nueve provincias. Cinco de los implicados —entre ellos el director del centro de cría de San Jerónimo, Miguel Salas, un guardia forestal y un aficionado a la cetrería— estaban citados a declarar el pasado viernes como imputados en el Juzgado de Instrucción 1 de Sanlúcar la Mayor (Sevilla), pero la declaración se pospuso después de que la Guardia Civil remitiera un nuevo informe sobre el caso.
El texto recopila diversa documentación, entre ella un informe elaborado por el Ministerio de Medio Ambiente sobre las memorias emitidas y las actuaciones realizadas en el plan andaluz. El resultado desgrana decenas de irregularidades por las que los implicados podrían ser acusados de delitos contra la flora y la fauna, falsificación de documento público y fraude de subvenciones.
Los ejemplares que se reintroducían morían antes que los criados salvajes
Los técnicos de Medio Ambiente han constatado, además, que los ejemplares recogidos y luego liberados tienen menor esperanza de vida que los que se dejan en los nidos y que algunos de los criados en cautividad fueron “amansados”, lo que impide reintroducirlos con éxito en el medio salvaje. “La mortalidad por electrocución de los ejemplares liberados supone el 64,2%”, añade el informe. La Guardia civil cree también que los técnicos implicados “alteraron” muchas de las estadísticas, como las de los pollos que vuelan de los nidos, los que mueren o el número de parejas reproductoras. Entre 2002 y 2010, según el Seprona, las estadísticas del programa andaluz se engordaron con 36 parejas “que no deberían aparecer”. “A la vista del informe se deja entrever que los errores en la estadística han tenido una continuidad en el tiempo (desde el año 2002 a 2010)”, señala el Seprona, que advierte que los datos proporcionados por los responsables del programa “son siempre más positivos” de que lo que en realidad eran.
Fuente: www.elpais.com
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