Campeonato nacional de black bass en el embalse de Mequinenza (abril, 2007) LVD |
Determinadas prácticas de pesca deportiva o recreativa con especies invasoras se han convertido en una floreciente fuente de actividades económicas. Con ellas, se obtienen anuncios, se financian revistas, se desarrollan equipos y técnicas de pesca y se desarrolla un turismo rural.
Las competiciones de captura del black-bass, por ejemplo, son un acontecimiento. "En algunas competiciones participan hasta 300 personas; ocupamos los alojamientos hoteleros y de restauración de pueblos enteros; generamos turismo en zonas del territorio con pocos recursos económicos; se dan premios de hasta 24.000 euros", explica Jesús Expósito, presidente de la Asociación Española de Black-Bass.
Expósito se considera a sí mismo un deportista ejemplar, pero su actividad está ahora fuera de la legalidad vigente, según admite. Cada vez que capture un pez estará atravesando la débil frontera que separa la gesta memorable de un comportamiento indebido. Si pesca un black-bass, en teoría, está obligado a facilitar su sacrificio. "Tengo 54 años, y el black-bass se introdujo unos años antes de que yo naciera. Yo respeto el medio ambiente. El black-bass evita la proliferación de otras especies exóticas o de carpas", argumenta justificando la legitimidad de su deporte favorito.
Los daños que ocasionan algunos animales exóticos foráneos obligaron al gobierno socialista a aprobar, poco antes de las elecciones, el catálogo de especies invasoras, en el que se incluyen, entre otras, la perca americana, el lucio o el salvelino, que son peces empleados desde la primera mitad del siglo pasado en la pesca recreativa. El real decreto aprobado exige que se tomen medidas para evitar que estos peces se extiendan más allá de su distribución actual, ordena su control y su erradicación y cede esa tarea a las comunidades autónomas. La norma incorpora también una lista de especies potencialmente invasoras, como la trucha arco iris o el hucho (también objeto de pesca deportiva), a las que también habría que hacer frente prohibiendo las repoblaciones.
"Ciertos modelos de pesca recreativa son totalmente insostenibles, pues se basan en la participación de peces invasores que no tienen nada que ver con el territorio", dice Pedro Brufau, presidente de la oenegé Ríos con Vida, que apoya combatir las especies foráneas. "La introducción de estas especies se ha hecho no sólo en detrimento de las especies autóctonas, como barbos, bogas, calandinos o trucha común, sino que se ha deteriorado la base de la cadena alimentaria. La microfauna de los fondos de los ríos, así como los anfibios o los reptiles, ha visto destruido su hábitat", argumenta Brufau, quien cita una extensa base legal de apoyo (el convenio de Biodiversidad, la ley de Patrimonio Natural de 1989...).
"Cada vez tenemos un mayor conocimiento científico de los estragos que causan", agrega. Las especies invasoras transmiten enfermedades y compiten por el territorio. Y otras, como el siluro, fueron reintroducidas por los propios pescadores de manera ilegal. La llegada de este gran pez (originario del Elba y el Rin) vino de la mano de un biólogo alemán que hizo la suelta en el embalse de Mequinenza en 1974. Pero el siluro se ha expandido aguas arriba del río Ebro. Y lo más grave es que ha causado un efecto de invasiones en cadena. Para alimentarlo se trajeron a España alburnos (otra especie exótica incluida en el catálogo), y en su transporte en bidones, viajaron también larvas del mejillón cebra, con lo que se propició la colonización de este molusco, cuya proliferación en el Ebro ha ocasionado una catástrofe ecológica y económica.
El siluro es el eje de una gran actividad económica en el área de Mequinenza, que atrae a pescadores del centro de Europa. Pero "los trofeos de siluros llevan el desastre a los ríos españoles", dice Brufau, quien acusa a muchos pescadores de ser "caprichosos y aprendices de brujo".
Los sectores afectados por el decreto contra las especies invasoras no se han quedado con los brazos cruzados. No quieren que se estigmatice más su deporte. Capitaneados por la Federación Española de Pesca, diversas asociaciones y federaciones deportivas han llevado a cabo una intensa campaña para reclamar al Ministerio de Agricultura que modifique el actual real decreto ley sobre especies invasoras. Y, de hecho, en el último Consejo de Ministros de febrero, el Ejecutivo de Mariano Rajoy acordó promover esta reforma, aunque aún no ha tomado forma ningún nuevo documento. El real decreto sigue en vigor, pero se ha presentado un recurso al Tribunal Supremo para pedir su paralización.
"No hacemos ningún campeonato con ninguna especie que no haya sido introducida en su día legalmente por la administración", se defiende José Luis Bruna, presidente de la Federación Española de Pesca, quien no acepta la actual catalogación para la perca negra americana, el lucio, el salvelino, la trucha arco iris y el hucho (aunque sí acepta que estén en la lista negra otras especies). "Defendemos especies que fueron introducidas legalmente por la propia administración. La perca negra fue introducida hace más de 70 años; el hucho, igual; el arco iris lleva más de un siglo... La perca negra no hace daño a los ecosistemas naturales sencillamente porque está en embalses y estos son sistemas desnaturalizados", expone Bruna.
El dirigente de la Federación de Pesca argumenta que, para que un pez se incluya en el catálogo, tiene que demostrarse que es una amenaza grave; y en la mayor parte de los casos –dice– eso no se ha demostrado, sino que sólo hay "opiniones contrapuestas". En cuanto al black-bass, dice que "hay estudios que demuestran que no son nocivos".
Sus argumentos invitan a reflexionar sobre la legitimidad de especies que ya no son foráneas, sino "vecinos" perfectamente integrados. Su tesis es que es prácticamente imposible erradicar una especie bien aclimatada. "En el caso del black-bass habría que quitar los embalses, y nadie lo va a hacer", explica. "En el medio ambiente, no se pueden hacer experimentos ni con gaseosa", dice. "Diseñar la naturaleza desde el despacho no funciona. Todas las especies, desde las bacterias hasta nosotros, los humanos, llevan en el código genético un mensaje de expansión territorial", agrega Bruna, convencido de que sus argumentos van "calando" en el Gobierno.
Sin embargo, no convence en absoluto a Pedro Brufau. "No se puede ceder a la presión, por muy mayoritaria que sea", expone. Ríos con Vida tiene el apoyo de los grupos conservacionistas, como Ecologistas en Acción, Greenpeace. SEO / BirdLife o Amigos de la Tierra. "Si se restauran estos hábitats, estas especies invasoras se reducirán e incluso desaparecerán. Lo que no puede ser es fomentarlas con concursos". Esta organización apoya los proyectos de erradicación de peces invasores en Banyoles, y de truchas arco iris y carpas en Andalucía.
La aplicación práctica de las medidas para erradicar las especies invasoras resulta compleja. Las comunidades autónomas alegaron en su día que carecían de medios para hacerlo. La Generalitat no cuestionó el inventario elaborado por el Ministerio pero se queja de que no concreta cómo debe hacerse el sacrificio de los animales, que deben tratarse como despojo orgánico. "Nos pasan el problema, pero no se dice el coste que supone en medios, barcos...", dice Josep Escorihuela, director general de Medi Natural.
Desde el pasado viernes, una interpretación más flexible de la Abogacía del Estado del real decreto permite al pescador no sólo entregar al animal para sacrificio, sino devolverlo al río, según la Federació de Pesca.
Fuente: www.lavanguardia.com
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