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«El océano es como un gran mapa», ha dicho la oceanógrafa argentina Josefina Olascoaga, de la Escuela Rosenstiel de Ciencias marinas y Atmosféricas en la Universidad de Miami. «No vemos calles, avenidas o rutas, pero con ciertas técnicas podemos ver dónde están esos pasajes en diferentes regiones», ha explicado Olascoaca, autora principal del artículo sobre el estudio internacional.
Olascoaga estudiaba la «marea roja» -una proliferación de microalgas- en la costa oeste de Florida cuando estalló la plataforma de exploración 'Deep Water' frente a las costas del estado de Luisiana, el mayor derrame de petróleo en el mar que se conoce. El método aplicado por Olascoaga y sus colegas para anticipar los posibles desplazamientos del fitoplancton tóxico es conocido como «descripción lagrangiana».
«En lugar de ver el campo de velocidad en un momento determinado, se considera al fluido que está compuesto por partículas», explicó. «Lo que se estudia es el movimiento de las partículas en el tiempo». La descripción lagrangiana no es novedosa: deriva de una reformulación de la mecánica clásica introducida por Joseph Louis Lagrange en 1788. Pero su aplicación en la forma en que lo hace este equipo «trae herramientas que son relativamente nuevas en la Oceanografía, nos enfocamos en las estructuras lagrangianas coherentes».
El propósito del estudio y el método es «predecir hacia dónde irá el contaminante. El modelo también puede aplicarse a nubes de cenizas» como las de las erupciones en Islandia. «El uso de las estructuras lagrangianas es como descubrir el mapa», señaló Olascoaga. «Señala las calles, las avenidas, hacia dónde se puede ir, pero no determina cuál es la senda preferida».
Fuente: www.nuestra-tierra.laverdad.es
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