La isla de los tiburones

El archipiélago panameño de Coiba es la última joya de Centroamérica, un laboratorio de Historia natural que, desde el punto de vista ambiental, ha conseguido llegar intacto hasta nuestros días.
Quizá, su fama de poseer aguas infectadas de tiburones (y cocodrilos) ha tenido algo que ver. Hoy, esa mala reputación no es más que un reclamo para los buceadores que, todavía en un número muy bajo, acuden hasta este rincón del Pacífico para tener apasionantes encuentros con tiburones.
Pero antes de que los buceadores nos fijáramos en este paraíso, primero fueron temibles piratas como Hawkins, Sharp o Dampier los que hicieron suyas estas cálidas aguas. Durante varios siglos el temor a ser capturado por los bucaneros mantuvieron a raya a cazatesoros, aventureros y curiosos.

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Tiburón gata.

Posteriormente, en 1914, el Gobierno de Panamá instaló en Coiba (aprovechando que a tiburones y cocodrilos no había que meterles en nómina como funcionarios de prisiones) una colonia penal con los presos más peligrosos que vivían en un régimen de semilibertad por la isla. Durante otros 90 años, los pescadores, los especuladores y el turismo en general se mantuvieron a distancia. Por eso, Coiba es en la actualidad el lugar más preservado y virgen de todo el Pacífico.

Declarado Parque Nacional en 1991 y hace unos años nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, este archipiélago, formado por ocho islas y con más de 270.000 hectáreas protegidas, es una de las reservas más grandes de Centroamérica. Se encuentra a tan sólo a 32 kilómetros de distancia de la costa de la provincia de panameña de Veraguas. El único acceso al parque es por mar, desde la localidad cercana de Santa Catalina.

Un punto caliente de la biodiversidad mundial

La gran riqueza natural del parque es la biodiversidad marina. En la Bahía de Damas se localiza un saludable arrecife de coral que, con más de 1.700 kms, es el segundo más grande del Pacífico centro-oriental y el mayor de toda la región centroamericana.

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Pesapoco.

Este ecosistema de extraordinaria riqueza posee un enorme interés científico y, sin duda, ha de tenerse en cuenta como uno de los puntos calientes de la biodiversidad mundial.

La vida aquí es abundante y es posible encontrar especies de gran interés, como el caballito, la aguja de mar, el pejesapo, el camarón arlequín y una gran variedad de nudibranquios y morenas, se refugian y juguetean ajenos a la curiosidad de los pocos buceadores que visitan estas aguas.
En sus orígenes este país fue bautizado con la palabra nativa panama (a esta lengua se le llama istmo), que significa "abundancia de peces". Por ello, el buceo aquí ha sido descrito como una mezcla entre las Islas Galápagos y la Isla del Coco.
La mayor parte de las inmersiones se lleva a cabo alrededor de los picos o montañas submarinas cercanas a la costa. Estas rocas mantienen una abundante y diversificada vida que, algunas veces, sólo se puede describir como espectacular. Enormes cardúmenes de barracudas, jacks, Cacho Arco Iris y pez espada del Pacífico, son comunes. Manta rayas gigantes (Manta birostris) y águilas pintadas son frecuentes también en zonas de buceo algo más alejadas como los pináculos y arrecifes de los llamados Canales de Afuera, donde se encuentra una idílica laguna natural.

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Tiburones en liza

 

Los tiburones, bien merecen un capitulo aparte, no sólo por su presencia constante en cada una de las inmersiones, sino por su variedad. Los tigres (Galeocerdo cuvier) -que aunque hay que tener suerte para encontrárlos, es más fácil si se bucea en los puntos de buceo más alejados, como Última Parada-, los toros (Carcharhinus leucas) -que frecuentan aguas oscuras y turbias cercanas a los manglares, donde no es muy recomendable meterse por la presencia de los cocodrilos-, cabeza de martillo (del género Sphyrna), negros y galápagos, que son también comunes en estos arrecifes, aunque más difíciles de ver.
Sin embargo, los nodriza, también conocidos aquí como tiburón gata (Ginglynostoma cirratum), y los puntas blancas (Triaenodon obesus), están presentes en cada rincón, bien posados sobre las rocas, confiados de la vida tranquila en el arrecife, bien vigilantes y activos sobrevolando nerviosos sus dominios, o bien, durmiendo plácidamente, amontonados los unos sobre los otros, entre las pequeñas grietas de la paredes rocosas. Bajo Frijoles, Punta Faro, Baja Mosquito y Rompiente son buenos lugares para ver escualos de todo tipo.
También los amber jack, los pargos, los roncadores y los enormes medregales, que a veces se acercan velozmente a los buceadores, son habituales de estas aguas sobre todos en inmersiones como Punta Pargo y Palo Grande, en las que también abundan, como no, la venerada tortuga marina y las morenas de gran tamaño.

GUÍA PRÁCTICA

Cuándo bucear: Cualquier época es buena para ir al Parque Nacional de Coiba, aunque, por las lluvias, lo mejor es ir en la temporada seca, entre diciembre y abril.
Condiciones del agua: la temperatura media del agua en superficie oscila entre los 26º y 29ºC durante todo el año. A veces, se encuentran termoclinas y la temperatura desciende sobre los 24ºC. La visibilidad media está entre 20 y 30 metros.
Como ir: Si la opción es la de bucear con el Centro de Buceo Scuba Coiba (www.scubacoiba.com y +507 6575 0122), ubicado en la Playa de Santa Catalina, se vuela de forma directa desde Madrid a Pánama City y, dese allí, por carretera, hay que hacer unos 300 km hasta el pueblo de Santa Catalina.

Fuente: www.nauta360.expansion.com