miércoles, 18 de enero de 2012

La mano que agita la tormenta

Cambio climático.

La ONU alerta sobre la posibilidad de que aumente la frecuencia de fenómenos como olas de calor, sequías e inundaciones en este siglo XXI .

Estragos del huracán 'Irene'. Miembros de una familia
posan en las escaleras de la que era su casa de vacaciones,
que fue tragada por las aguas en Nagfs Head

Las olas de calor serán más habituales y las lluvias, inundaciones, ciclones y sequías aumentarán su intensidad en todo el mundo a medida que el clima de la Tierra se caliente durante este siglo. Éstas son algunas de las conclusiones que se desprenden del 'Informe especial sobre la gestión de riesgos de fenómenos extremos y desastres para fomentar la adaptación al cambio climático', que se presentó en un encuentro de la ONU celebrado en Kampala (Uganda), previo a la Cumbre de Durban.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) insta a través de este documento a los países a pensar en proyectos de gestión de desastres para adaptarse al creciente riesgo de climas extremos vinculados al calentamiento global.
El informe señala que existen pruebas de que algunos eventos extremos han cambiado como resultado de la influencia del hombre, entre los que se incluye el incremento de las concentraciones de gases de efecto invernadero, la mayor frecuencia de periodos con temperaturas anormalmente altas y el aumento del nivel del mar.
El informe del IPCC sobre el cambio climático de 2007 ya advirtió de que las actividades humanas como la quema de combustibles fósiles, la deforestación, los cambios de uso de la tierra, la ganadería o el empleo de fertilizantes acentúan en gran medida el calentamiento del planeta.
El trabajo actual, que ha sido realizado por 220 expertos de 62 nacionalidades a lo largo de los últimos tres años, analiza con distintos grados de fiabilidad la relación entre el ser humano y estos desastres.
En su elaboración han participado los españoles José Manuel Moreno, catedrático de Ecología de la Universidad de Castilla-La Mancha, y Gerardo Benito, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Moreno destaca que algunas de las conclusiones del estudio «son especialmente relevantes para el sur de Europa y la zona mediterránea». Durante el siglo XXI se producirá un incremento en los extremos cálidos de las temperaturas diarias a nivel global. Las olas de calor aumentarán en duración, frecuencia e intensidad en la mayoría de las zonas terrestres. En definitiva, los veranos serán más infernales. También señala Moreno que se tiene «una confianza media» de que las sequías se intensificarán en estas áreas, así como en otras zonas del mundo, como Centroeuropa, Norteamérica, Brasil y el sur de África.
Estos no son los únicos fenómenos naturales que se prevé aumenten en España, pero los resalta por su «importancia individual y conjunta». «Un futuro con una mayor abundancia de estos extremos puede tener importantes consecuencias en muchos de nuestros sistemas naturales y socioeconómicos dependientes del clima», indica José Manuel Moreno.

Riesgos para la salud

Los científicos del Grupo de Expertos de Cambio Climático de la ONU advierten de que la previsión es que se produzca un empeoramiento de las condiciones climáticas en el sur de Europa, con temperaturas más altas, sequías y menor disponibilidad de agua, lo que afectará a sectores como la agricultura, el turismo de verano y el potencial hidroeléctrico.
Además, se agudizará los riesgos para la salud por el efecto de las olas de calor y los incendios incontrolados, al tiempo que las áreas montañosas experimentarán la retracción de los glaciares y disminuirá la cubierta de nieve, con el perjuicio que esto supone para el turismo invernal. Otra de las consecuencias directas será una gran perdida de especies, en algunas áreas de hasta un 60% si se mantiene un escenario de altas emisiones de gases de efecto invernadero de aquí a 2080.
Los autores del estudio consideran «probable» que se agraven y multipliquen las lluvias torrenciales en todo el planeta, lo que implicará, unido a la subida de las temperaturas y la crecida del nivel del mar, más episodios graves de inundaciones en la costa de algunas regiones.
Al mismo tiempo, indican que los ciclones tropicales tendrán una mayor intensidad y se desplazarán hacia los polos las trayectorias de las tempestades extratropicales, con las consiguientes variaciones en los vientos, las precipitaciones y las temperaturas.
El informe apunta que de proseguir las emisiones de gases de efecto invernadero a una tasa igual o superior al actual, el calentamiento se incrementaría y el sistema climático mundial experimentaría este siglo numerosos cambios, mayores incluso que los observados durante el XX.
Concretamente, los expertos vaticinan que en las próximas dos décadas la temperatura global subirá aproximadamente 0,2 grados centígrados. El documento avisa de que el calentamiento reduce la incorporación terrestre y oceánica de dióxido de carbono atmosférico, de modo que se incrementa la fracción de emisiones antropógenas (causadas por el hombre) que subsiste en la atmósfera. Las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero humanas han aumentado desde la era preindustrial en un 70% entre 1970 y 2004. Por ello, señala que, de seguir así, los hielos marinos desaparecerían casi al completo a finales del siglo XXI.
El cambio climático también producirá algunos impactos irreversibles. Entre un 20% y un 30% de las especies estarán más amenazadas de extinción, si la temperatura media mundial aumenta en más de 1,5 ó 2,5 grados centígrados respecto al periodo 1980-1999. Si el promedio supera los 3,5 grados centígrados, se podrían producir «extinciones masivas» en todo el mundo, que afectaría a entre el 40% y el 70% de las especies estudiadas en el informe.
Los expertos consideran que será necesaria una adaptación aún mayor a la actual para reducir la vulnerabilidad a este fenómeno, aunque reconocen que existen «obstáculos, límites y costes» que no han sido suficientemente analizados. Así, destacan que la capacidad de adaptación está íntimamente relacionada con el desarrollo social y económico.
El informe revela que el 95% de las muertes asociadas a desastres naturales desde 1970 hasta 2008 se dieron en los países en desarrollo, una proporción que aumentará en los próximos años de seguir así las cosas. Las pérdidas económicas más importantes derivadas de estos desastres, al contrario, se producirán en los países avanzados.
El presidente del IPCC, Rajendra Pachauri, asegura que este estudio ayudará a entender «la manera en que la gestión de riesgos de desastre y la adaptación podrían ayudar a las comunidades vulnerables a afrontar mejor el cambio del clima en un mundo de desigualdades».
También subraya, en el texto dirigido a los responsables políticos, la complejidad y diversidad de los factores que configuran la vulnerabilidad humana frente a los extremos, es decir, «por qué en algunos países y comunidades pueden convertirse en desastres, mientras que en otros pueden ser menos severos».
Los autores confían en que el informe «siente las bases científicas para adoptar decisiones acertadas en materia de infraestructuras, desarrollo urbano, salud pública y seguros, así como para la planificación, desde el nivel de las organizaciones comunitarias hasta la gestión de riesgos de desastre a nivel internacional».

Fuente: www.nuestra-tierra.laverdad.es

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