lunes, 9 de abril de 2012

España posee la primera planta mareomotriz comercial del mundo

Se encuentra en Motrico (Guipúzcoa); funciona desde julio de 2011; y dispone de 16 turbinas capaces de producir 600.000 kWh anuales –lo que consumen unas 600 personas.



España cuenta con la primera planta mareomotriz comercial que existe en el mundo. Localizada en Motrico (Guipúzcoa), ha sido desarrollada por el Ente Vasco de la Energía (EVE). «Queremos aprovechar los 150 kilómetros de costa y el potencial de olas medio-alto (24 kW/m) de que disponemos», declara Bernabé Unda, consejero de Industria, Innovación, Comercio y Turismo del Gobierno vasco.
En 2005, cuando comenzaron los trabajos de reforma del puerto de Motrico, se decidió integrar la instalación dentro del nuevo dique de abrigo, evitándose, así, el impacto visual.
La central, inaugurada en julio de 2011, dispone de 16 turbinas capaces de producir 600.000 kWh anuales –lo que consumen unas 600 personas-. Gracias a ella, 600 toneladas de dióxido de carbono no «escaparán» hacia la atmósfera cada año; el mismo efecto depurativo que originarían 80 hectáreas de bosque.

«Lo ideal son olas de 3 metros, ya que mayores (de 6 a 20m) provocarían una presión elevada en las cámaras y habría que regular o incluso cerrar las turbinas», continúa.
Hay dos experiencias similares a la de Motrico; una, en la isla de Pico del Archipiélago de las Azores y la otra, en la isla de Islay. Las tres han sido implementadas por la misma empresa, la escocesa Voith Hydro. Las extranjeras, sin embargo, no cuentan con una configuración multiturbina ni proporcionan electricidad a la red. Tales circunstancias convierten a la planta española en una pionera y en el mejor banco de pruebas para la investigación y demostración de futuros parques de olas. «La nuestra, además, opera todo el día; no solo unas horas, como ocurre con las de Portugal y Escocia», concluye el técnico.

Efectos negativos

Uno de los últimos informes de la plataforma Wavenet, creada por la Comisión Europea en 2000, compuesta por académicos, industrias y centros de investigación de nueve países de la Unión, detallaba algunas de las consecuencias negativas que podrían derivarse de la implantación de parques marinos: ruido, riesgo de colisión de barcos, impacto visual y posibles cambios en la estructura de los sedimentos del agua.
«Los estudios previos (evaluación del recurso energético o de la acústica, por ejemplo) avalan su viabilidad y seguridad. Los grupos ecologistas no se opusieron en momento alguno a su construcción. La instalación, además, no altera la calidad, temperatura o salubridad del agua. Y tampoco afecta a la fauna o a las corrientes marinas», asegura Juan Goikolea, viceconsejero de Industria, Innovación, Comercio y Turismo del Gobierno vasco.

Fuente: www.abc.es

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