Un estudio relaciona por primera vez la actividad sísmica con la sobreexplotación de un acuífero
El descenso del terreno, de dos metros en 20 años, influyó en las características del seísmo
El terremoto
de Lorca, que en mayo de 2011 dejó nueve muertos y destruyó barrios enteros de
la ciudad, estuvo influido por la extracción excesiva de agua del acuífero del
Guadalentín para riego. Un estudiopublicado
en la revista Nature
geoscience relaciona por primera vez el hundimiento del
terreno por la pérdida del acuífero con las características el seísmo. “Parece
que la extracción de agua controló las características del terremoto”, explica
José Fernández, del Instituto de
Geociencias, un centro mixto del CSIC y la Universidad Complutense
de Madrid, y coautor del estudio.
El acuífero
del Guadalentín, una enorme bolsa de agua con una superficie de más de 200
kilómetros cuadrados, ha sido durante décadas sobreexplotado por los regadíos
de la zona. En 50 años el agua ha bajado unos 250 metros. Lo conocen bien los
regantes de la comarca, muchos de los cuales han tenido que pasar a cultivos de
secano porque el agua ya no es accesible. Eso, en una zona sísmica como Murcia,
ha terminado en un efecto imprevisto.
El terremoto
de mayo de 2011, de magnitud 5,1, pudo empeorar por la extracción de agua.
“Allí se han registrado velocidades de hundimiento del terreno de hasta 15
centímetros al año”, explica por teléfono Fernández, que desde 2006 estudia la
variación de la zona. La zona era muy conocida por los científicos, lo que ha
facilitado el estudio del terremoto. Desde 1990, el suelo ha descendido unos
dos metros.
Los
investigadores han analizado el terremoto de la conocida como falla de Alhama y
su relación con la extracción de agua. “Al sobreexplotar el acuífero, varías la
carga del terreno, y eso produce un cambio en los esfuerzos que actúan sobre la
falla. Los máximos de esa variación coinciden con el lugar donde ha habido
deslizamientos en el terremoto”, explica Fernández.
El modelo
utilizado para simular el terremoto apunta a que sin el hundimiento del terreno
puede que “la parte más somera del terreno no hubiera roto”. Que el terremoto
fuera tan superficial (el hipocentro estuvo a solo dos kilómetros de
profundidad) fue lo que lo hizo tan dañino.
Esta es la
primera vez que se relaciona una actividad humana directamente con los efectos
de un terremoto, aunque los investigadores no dicen que el descenso del nivel
freático fuese la causa, sino que influyó en las características. Fernández
explica que es un primer paso y que no se puede extrapolar a otros lugares con
acuíferos sobreexplotados.
“El estudio
podría ayudar al desarrollo de mejoras en la cuantificación del riesgo sísmico
y complementar los mapas que sirven actualmente para definir la normativa de
construcción”, precisa Pablo González, de la Universidad de Western Ontario
(Canadá) en un comunicado del CSIC.
Fuente:
www.elpais.com
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