miércoles, 14 de septiembre de 2011

LA AGRICULTURA INTENSIVA LLEGA A DAÑAR LAS PRADERAS SUBMARINAS

El uso de fertilizantes agrícolas da lugar a un rápido deterioro de las praderas submarinas. Un estudio con participación española realizado en la costa de Alabama (Estados Unidos) confirmó que el incremento de nutrientes inorgánicos destruye estos hábitat y nos priva de los múltiples beneficios que aporta.

Además de albergar una gran diversidad de organismos, las praderas submarinas sirven de barrera de protección para la costa, cumplen un papel fundamental en el ciclo del dióxido de carbono atmosférico y en la producción de oxígeno y ayudan a mantener el aire y el agua limpios.

Pero estos importantes servicios ecológicos están en peligro. Un estudio de investigadores estadounidenses y españoles, entre los que se encuentra el científico del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) Carlos Duarte, ha determinado que el uso de fertilizantes, procedentes principalmente de la agricultura industrial e intensiva, podría provocar un rápido deterioro de las praderas submarinas.

El trabajo de investigación, recientemente publicado en la revista Ecological Applications, señala que el uso de fertilizantes "afecta a la mayoría de los beneficios que obtenemos de las praderas submarinas".

El estudio se ha llevado a cabo en la costa del estado de Alabama (Estados Unidos), concretamente en la bahía de Mobile, en pleno golfo de México.
Sus resultados muestran una "pérdida drástica" de las praderas submarinas debido a un incremento de los nutrientes, un proceso denominado "eutrofización".


"Desde los años cincuenta se ha perdido cerca de una tercera parte de la superficie que cubrían las praderas submarinas", afirma Duarte. Las praderas son fuentes de alimentación de los consumidores primarios, es decir, de los organismos herbívoros y los que se alimentan del detritus de estas plantas.

Para evaluar los efectos de la contaminación con nutrientes en los ecosistemas marinos, los investigadores añadieron fertilizante a una pradera submarina durante seis meses de forma continuada. Tras el experimento, observaron que el exceso de nutrientes había erradicado la pradera casi en su totalidad. La pérdida de hábitat subamarino hizo que se redujese la abundancia de alevines de cangrejos, peces y camarones, que usan estas plantas acuáticas como refugio. Además, disminuyó la claridad de las aguas.

Curiosamente, según la primera autora del estudio, Andrea Antón, investigadora de la Universidad de Carolina del Norte, no todos los efectos fueron negativos: "A pesar de la pérdida de la pradera, el incremento en el uso de fertilizantes podría no afectar a la capacidad que tienen los ecosistemas marinos de absorber dióxido de carbono ni tampoco a su productividad".
El experimento "no afectó de forma consistente a la cantidad de alimento disponible para otras especies ni al intercambio de oxígeno y dióxido de carbono dentro de la cadena trófica", asegura Antón.


Según los resultados, el impacto del incremento de nutrientes inorgánicos sobre estos ecosistemas puede ser dispar - tanto negativo como neutro o positivo - y por tanto las políticas de gestión medioambiental dependerán de los ecosistemas que se quieren preservar.

Pero en el caso de las praderas submarinas, la pérdida de hábitat y los impactos drásticos en especies se interés comercial son lo suficientemente alarmantes como para exigir un control riguroso de la eutrofización de la costa, concluyen los autores.

(Más información: Antón A. et al (2011) "Decoupled effects (positive to negative) of nutrient enrichment on ecosystem services". Ecological Applications, 21:991-1.009.

Por José A. Montero. Revista Quercus. Cuaderno 306. Agosto 2011).

Fuente: RIRM

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